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2.Se acabo el magro

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Literature Text

I woke up this morning
I got myself a gun
Mama always said I’d be the Chosen One
One in a million, I believe I gotta burn to shine

I was born under a bad sign
With a blue moon in my eyes
I woke up this morning
By all I’d love a gun…

Papa never told me
About right and wrong
But I am looking good, baby,
I believe that I am feelin’ fine

I was born under a bad sign
With a blue moon in my eyes
So help me now…

Woke up this morning…

Tema de la serie  Los Sopranos; “Woke up this morning”, de Alabama 3







Estaba en Londres… No, en el de verdad, con su Big Ben, su Piccadilly Circus (qué nombre tan jodidamente patético) y su monumento a Nelson; en ese no. ¿El de los bobbies? No. ¿El de los Beatles y los punks del siglo pasado? ese tampoco. ¿El de los Monty Python? Tampoco. En el de Sherlock Holmes en el que, parafraseando al difunto Terry Pratchett,  los forenses podían dibujar el contorno de los cadáveres en tiza sobre el agua del Támesis, ese desde luego que no. El de… ¡Que no coño, que la capital de Gran Bretaña no! ¿Entonces cuál…? El de José Luis Cuerda, hostias, el de José Luis Cuerda. El municipio de Oncala, vamos, en Soria, Spain. El Londres del film televisivo Total, precursor de Amanece que no es poco… Si es que se podía decir tal cosa hoy en día… ¡Contal de que amaneciera, íbamos que chutábamos!

Hoy me levanté a las seis de la mañana por culpa del despertador de mierda que resulta que al genio del interiorismo que decoró este espacio le pareció cajonudo aportar a mi atemporal estancia. Gracias, cerdo infecto. En fin… No, no, ¿pero habéis visto alguna vez esos despertadores de las pelis americanas, con un rollito a lo Toy Story muy macabro, que son rojos, blancos y verdes y parecen moldeados para formar una cara sonriente? Era uno de esos. Tenía música y todo…
“Ahí e’ta la parééééééée… ¡Ahí e’ta la paréééééé que separa tu vida y la mía! ¡Ahí e’ta la parééééééé que no deja que noz aserquemo’! ¡Eza mardita parééééé jo la voy, y jo la voy a rompé cuarquier día, ja lo verás mi querer tú volverás eze día!

¡Qué premonitorio! Terrorífico.

La canción (La Pared, de Bambino), aunque parezca lo contrario, era bonita. Sólo que la desmerecía un huevo el hecho de parecer que la cantase Robocop con laringitis. Tampoco ayudaba que fueran las seis de la madrugada según el reloj digital que había encontrado encima de las repisas de mampostería (con los sueros, los ganchitos y la lata de Pringles preñada de chicles carcomidos) y que llevaba puesto en la muñeca. Porque lo que es el despertador, estaba encallado en las seis y tres cuartos de la tarde desde ayer. Al otro lado Robinson me atravesaba de parte a parte con sus adorables ojitos de depredador venido a menos. No sé por qué me culpaba de haberlo despertado, pero al acercarme a él no quería saber nada de mí. Estaba hecho un bolico, y cuando fui a cogerlo (no sin antes ponerme las botas para evitar que mis pies descalzos se infectaran al pisar el suelo) se me escurrió entre los dedos. Saltó sobre el aparato de criogenización, hasta que estuvo lejos de mi alcance, y allí se acurrucó de nuevo y se hizo una pelotita velluda.  Lo miré resignado (y me cagué en sus muertos, para qué engañarnos), pero al rato el hambre me sacó de mis ensoñaciones. Encontré una aguja sobre la repisa de los sueros. La limpié con un pedazo de la portada de El País de 2018 que arranqué de debajo de mis pies. Me la quedé mirando un momento. Despreciable.


“10 de cada 9 Españoles considera que la nueva Constitución ha sido un éxito”


Y ampliaban la surrealista desinformación en el subtítulo:


“Según el CIS, la población ha visto colmadas sus expectativas en la Constitución de 2016. 10 de cada 9 la valoran positivamente. Sólo unos pocos antisistema (el -0,05 de los encuestados) demanda hoy en día otra reforma de la Carta Magna.”


Una vez me chuté lo mío, apoyado sobre la cama y completamente desnudo salvo por las pesadas botas, me entró curiosidad por leer los tétricos recortes de prensa repartidos por aquí y por allá. Mientras el cuerpo se revigorizaba, resolví vestirme con algo… Acto seguido empecé a recoger papeleo y leerlo.


“Encuentran a Jeremy Corbyn muerto en un hotel de Nottingham.
-La autopsia reveló que había sufrido un paro cardíaco, seguramente debido a su delicado estado de salud-”

“¡El yihadismo llega a la península!
-El Presidente Sánchez planea reunirse con todos los grupos parlamentarios para firmar nuevos pactos antiterroristas que garanticen las libertades ciudadanas. Podemos se opone, como siempre-“

“El desfile de la Hispanidad, otro éxito de Felipe VI.
-“Este año no ha habrá incidencias”. Ha prometido el Ministerio. “Hemos vaciado las calles de Madrid para el evento, aunque se podrá ver íntegro por la 1 de TVE.”-“

“Marine Le Pen gana en las elecciones presidenciales francesas.”


Y otros. Los tiré todos al suelo; revolotearon cómo pétalos de… mierda y celulosa.

Para las ocho y pico me había visto la hostia y media de capítulos de Friends seguidos y sin parar (alguna especie de competición conmigo mismo), pero Don Gato seguía sin bajarse del burro. Ahí estaba subido al aparato de criogenización. Yo es que el aburrimiento lo llevo fatal. “A mi normalmente me ponen enfermo la desidia, la desgana… Pero hoy me han puesto enfermo DE VERDAD.” (Otra cita de Berto Chicote… puto amo) Pues esta genialidad de frase se me hubiera podido aplicar a mí también. Cómo dije en cierta ocasión, “El aburrimiento está entre los mayores sufrimientos del alma sedentaria.” Cuanta razón. En estas que me decidí a salir al exterior. Era una idea que me rondaba desde ayer pero ya no soportaba más este “cutrículo”. Sin sacar el VHS del reproductor, me dirigí al armario chusquero de conglomerado en el que estaba colgado mi traje Vault Tec de Zara, envuelto en una funda para trajes semitransparente. De echo sólo tuve que levantarme y estirar el brazo (no mucho), porque el “espacio” en el que me encontraba no era digno de tal apelativo.

Me dieron apáticamente la bienvenida al contenedor de mi única muda unos calzoncillos manchados de vete a saber tú el qué con esa patética inscripción de la ropa interior de los chinos, “UOMO”. A estas alturas eran imposibles de despegar de la madera. Descolgué la funda para trajes, emocionado cómo un niño que sabe que se le cae encima un bofetón de tente y no te menees. Lo deposité sobre la cama y proseguí abriendo la correa. Era un adorable sobretodo entallado con el sedoso interior tapizado de una tela satinada estampada del logo de Zara. Me lo enfundé sentado sobre el camastro, que crujía cada vez que me quitaba los botines de cuero brillante con suela de goma para enfundarme una de las perneras del… jodidamente ajustado traje. Dios lo que costó ponerse esa mierda.

¡Ya estaba preparado para salir a ver mundo! O lo que quedara de él…

Encontré, tras mucho rebuscar y un cabreo de tres pares de narices, un papelito escondido entre las manijas de la puerta blindada de mi cubículo que contenía la combinación para abrirla… ¡Si se me olvidaba el código no podría volver a entrar! ……. Mh…. ¿Meh? ¿Volver a entrar? ¡Quién querría hacer tal cos, jajaja!… jaja. Miré apremiante a mi gatuchi, pero el muy cabrón no me había perdonado que lo despertara (¿recordadme cuándo hice eso?) y seguía aferrado a un peluche de Pucca que había encontrado sobre el aparato de hibernación. ¡Que le den duro! Me fui sin él, y de paso lo encerré en el cuarto del búnker. No sin antes llevarme una mochila de montañero que encontré dentro del armario, con los cinco sueros y medio, los ganchitos y una revista del Penthouse que no ronroneaba pero tampoco se cabreaba por memeces. También llevaba mi reloj digital en la muñeca.

Andaba por el oscuro y sucísimo corredor de servicio del búnker. Los fluorescentes dispuestos a intervalos regulares sobre la pared de hormigón se habían apagado hacía siglos y solamente algunos de ellos parpadeaban agónicos, así que tuve que ayudarme de la linterna que encontré en el bolsillo trasero de la mochila. En ocasiones la linterna iluminaba cadáveres putrefactos en estado tan avanzado de descomposición que prácticamente eran puro calcio. Me asusté al principio, sentí un profundo asco después (al cual el hedor no ayudaba ni un poco) y finalmente, sin abandonar el asco, un miedo continuado, pero lo pasé por alto. Lo mejor que pude… ¡Vale no lo hice! Pero salí de ahí y armado. Sólo me asustaba cada vez que gotas de agua (o lo que fuera aquélla mierda) caían sonoramente al suelo o me parecía oír algo que no fueran mis pasos. Incluso mis pasos. No dejaba de preguntarme quién eran… ¿Okupas post-apocalípticos? ¿Los técnicos que trabajaron en la infraestructura? Seguramente un poco de ambos. Pero a los cien metros me la sudaba todo ya y solo buscaba la salida.

Las armas las encontré en el interior de un polvoriento mueble del servicio técnico empotrado en la pared. Deposité la lámpara sobre la repisa del armario y me dispuse a inspeccionar la armería… Pero me decepcionó que sólo quedaran tres pistolas. Dos eran pistolas láser bastante estándar y la otra no logré identificarla en un primer momento. Bastante manejables y no muy aparatosas. Calculé que me cabían las tres en la mochila, así que agarré el arma desconocida, que alguien había dejado tirada sobre la repisa. Al darle la vuelta me dí perfectamente cuenta que necesitaba de cargador y vi que estaban alineados en las puertas del mueble de servicio. Era extraño que solo se hubieran dejado esas tres armas, pero no lo pensé más y lo metí todo en la mochila. Aunque me hacía sentir incómodo el hecho de no tenerlas a mano, por lo que saqué una de las pistolas láser y seguí el resto del camino apuntando a la oscuridad con ella. También me preocupaba alertar a posibles encontronazos con el sonido que provenía del interior de mi mochila. Además de lo vulnerable que me hacía llevarlas cargadas a la espalda. Pero resolví que no había otra solución y que plantarme la mochila del revés no cambiaría nada.

Por suerte la “salida” estaba cerca. Había un ascensor que estaba fuera de servicio, y unas escaleritas de caracol, de aluminio, que ascendían a la superficie. Supe que el ascensor estaba fuera de servicio porque al acercarme a su caparazón ovalado, vi que alguien había garabateado sobre el cristal ahumado:

FUERA D SERBISIO
SE SIENTE
aser deporte

Obviamente tuve que coger las escaleras. La distancia que recorrí me pareció cómo subir a la torre del Duomo de Florencia; un centenar de metros por lo menos. Me separaba del vacío nada más que una débil barandilla, endeble a todo lo que da. Me sentí cómo Killy, el protagonista del manga Blame! (de Tsutomu Nihei), constantemente recorriendo precipicios sin inmutarse. Salvo que yo si que miraba abajo.

Y finalmente estaba en Londres…







TO BE CONTINUED


I woke up this morning
And the world turned upside down
Nothing has been the same
Since the Blues walked into town
But I’m one in a million
Cuz I got that shotgun shine
(Shake my body)
Born under a bad sign
With a blue moon in my eyes

Woke this morning…
canciones citadas en este texto, en orden de aparición:


Woke up this Morning/ Alabama 3 (tema de Los Sopranos)
www.youtube.com/watch?v=YDDkCi…

La pared/ Bambino
www.youtube.com/watch?v=acjRix…
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